¡¡¡Mamá, vamos a apuntarnos al gimnasio, que queremos ir a la piscina!!!
Yo pensaba…. pues como no sea para veros desde las gradas…… de esto hace año y medio.
Mujer de 36 años y madre de dos hijos de 8 y 10 años, mi vida se podía resumir en: Érase una vez una mujer sedentaria a un cigarro pegada. Me levantaba por la mañana y mientras me tomaba mi café con leche me fumaba unos tres cigarros, obviamente mi estilo de vida rollo yonky me impedía desayunar nada más. Mis tres paquetes de tabaco, mis dos litros de coca cola diaria y mi comida basura me acompañaban allí donde fuera, por supuesto no iba andando ni para ir a comprar el pan, entre otras cosas, porque me ahogaba. Los fines de semana además de tabaco algún porrito caía también, acompañado todo de cervecitas y mojitos. Es increíble hasta dónde puede alcanzar la estupidez del ser humano, habiendo visto morir a mis padres de cáncer de pulmón bien jóvenes por fumar, yo fumaba como una chimenea. Lo peor de todo no era mi autodestrucción, sino el horrible ejemplo que estaba siendo para mis hijos….
Pues bien, en Noviembre de 2012 nos apuntamos al gym, me compré unas zapatillas de deporte (las más baratas claro está, porque creía que las usaría tan sólo una semana), y entré con ellos en ese sitio hasta el momento desconocido para mi llamado “gimnasio”.
Mientras ellos estaban en la piscina, yo me acerqué a un monitor y le dije:
Hola, soy nueva! Qué ejercicios podría hacer?.
Él me miró con cara de “UyEstaPobreEstáParaElArrastre“, y me dijo….
Es mejor que empieces en la otra sala, haciendo cinta suave.
Pues allí que fui, me subí en la cinta de correr, obviamente para andar, con mis cascos puestos, a los cinco minutos pensé, por dios que coñazo esto de andar. Pasaron los días, y …. ¡¡me acabé atreviendo a subir en la elíptica!! ¡Para mí eso fue toda una experiencia!, hacía cinco minutos en cinta y otros cinco en elíptica. Poco a poco empecé a ir hasta contenta, mis hijos alucinaban de que siguiera acudiendo a mi cita con el gym, así me tiré por lo menos tres meses. Desde la sala donde yo estaba se veía la sala de pesas, esa sala llena de tíos cachas sudados y haciendo miles de ejercicios indescriptibles. También vi que hacían abdominales, y pensé, uy pues eso sí lo sabré hacer yo. Un buen día, me atreví a cruzar esa puerta de la sala de pesas, con los nervios a flor de piel… entraba en la sala de los cachas en donde no había mujeres.
¡¡Vamos Ana coño, entra y ve directa a por una colchoneta y ni levantes la cabeza!! .
Así lo hice, entré y me puse a hacer unos abdominales (no recuerdo bien, pero supongo que haría tres jajaja), pero me sentí valienteeee por haber entrado en la sala esa. Desde la sala de pesas yo veía cómo la gente subía a las salas que había arriba para ir a las clases colectivas, esas clases llenas de niñas de 20 años, algunas asquerosamente tipazos y con capacidad pulmonar plena.
A todo esto no os he contado que seguía fumando cual camionero, esperaba a salir del gym para fumarme mi cigarrito, pero es verdad que me sentía algo mejor y que por lo menos no me ahogaba al subir las escaleras de mi casa.
Un día, no me preguntéis cómo, entré en una clase de GAP (Glúteo, Abdomen, Piernas). Cuando aquél monitor empezó a moverse, y todas las de la sala seguían ese ritmo diabólico, yo me decía a mí misma,
¡¡¡¡Pero qué coñooooooo haces aquí, vas a morir de parada cardíaca!!!!
Os juro que me faltaba el oxígeno, mareada como en mi vida, me paraba cada poco tiempo, miraba el reloj y deseaba que acabara aquella tortura, porque era una tortura. Ni en la peor pesadilla me había imaginado dentro de esa clase de cardio. Juré no volver a entrar, pero como el ser humano tiene algo de masoca, no entiendo el por qué, empecé a ir una vez a la semana.
¿Sabéis lo que hacía para poder entrar?, me daba Ventolín antes de entrar para no ahogarme. Cuando un día me vi con el inhalador en la mano, me parecí patética, ABSOLUTAMENTE PATÉTICA y ahí fue el inicio de mi cambio radical de vida.
En enero de 2013 dejé por completo de fumar, nadie confiaba en mí, todo el mundo se creía que iba a aguantar sólo unos días. Pues se equivocaron por completo, desde ese día no he vuelto a dar ni una calada y estoy súper feliz de haber tomado aquella decisión, creo que de las mejores que he tomado en toda mi vida. La cara de felicidad de mis hijos cuando les dije que había dejado de fumar fue indescriptible, cada día que pasaba tenía mejor capacidad respiratoria. ¡¡¡Estaba súper contenta!!!
Un día una monitora me dijo, Ana, es mejor que te metas en clases de body pump, en vez de clases con cardio, para ver si coges algo de masa muscular. Me daba mucho miedo hacer pesas, estaba traumatizada porque mis hijos me ganaban haciendo pulsos, y os juro que no me dejaba ganar…. ¡¡¡Intentaba ganar con todas mis fuerzas!!! Una foto vale más que mil palabras, mis brazos eran pellejos con masa muscular absolutamente atrofiada.
Las clases de body pump me encantaron, me enganché a ellas durante muchos meses. Cuando me vi con más fuerzas, pedí que me hicieran una rutina para hacerla en la sala de pesas (la de los cachas sudados en las que no había mujeres). Al principio fue un poco tortura para los monitores y para los propios cachas, porque yo no paraba de preguntar. Y me di cuenta de que aquellos seres musculados eran majos y amables ¡¡ Increíble pero cierto! ¡Eran seres humanos como el resto! Malditos prejuicios tenemos a veces….
Cada día me sentía más fuerte y más sana. ¡¡¡¡Me sentía una persona completamente nueva!!!!
La dieta también la fui cambiando poco a poco, comer sano es fundamental para sentirse bien. Iba a clases de GAP, body pump, Total Training, TRX y ¡¡¡lo que se me pusiera por delante!!!
En Diciembre de 2013 gané un campeonato de remo en el gym, me sentí tan felizzzzzzzzzzz y mis hijos estaban emocionados al ver a su mami con la copa. Este mes he quedado subcampeona de campeonato de flexiones, jamás en mi vida me hubiera imaginado participar en ningún campeonato.
Desde hace unos meses estoy centrada en el trabajo con pesas y sólo voy a una clase colectiva a la semana (carrera en pista de atletismo para seguir limpiando pulmones).
Pues esta es la historia de cómo empecé….
Os aseguro que absolutamente nadie confiaba en mí, soy otra persona totalmente nueva, mucho más sana, más vital, incluso más feliz. Llevar un estilo de vida sano no sólo te hace más fuerte por fuera, sino también por dentro, y lo mejor de todo, es que ahora sí me siento orgullosa de ser ejemplo para mis hijos. Ahora ya tienen 10 y 12 años, están realmente contentos y presumen de “mamá sana y cachas”
Lo dicho, SI UNO QUIERE, TODO EL POSIBLE.
Ana A.
Fotos actuales: 38 años , 57 Kg