Hace tiempo que los amigos de Ten un cuerpo 10 me propusieron contar mi historia, pero yo, aunque muy agradecido por contar conmigo, decliné la oportunidad que me brindaron porque, como les dije, no me consideraba ejemplo de nada.
Sigo pensando lo mismo pero, por los comentarios de muchos de vosotros y las palabras directas de algunos, veo que, si de algo puedo ser ejemplo, es de perseverancia.
En Septiembre de este año cumpliré 56 años y no diré que tengo la ilusión del primer día porque tengo mis bajones físicos y mentales, pero pienso seguir disfrutando de éste deporte muchos años más. Ese es mi objetivo, es lo que me gusta.
Siempre se me dio bien el deporte. En el colegio era buen corredor y saltador por lo que participaba en los campeonatos escolares en atletismo y baloncesto. En atletismo me encantaba el salto de altura. Como se me daba bien casi todo, participaba en pruebas combinadas que incluían el ya dicho salto de altura, 1.000m. lisos, 60m. lisos y lanzamiento de peso. En el baloncesto, debido a mi capacidad de salto y a mi rápido crecimiento (a los trece años ya medía 1,80, lo mismo que ahora) era un buen pívot. Lo malo es que ya no crecí más y con mi altura solo podía ser base y eso no se me daba tan bien. También practiqué la natación y llegué a competir en alguna ocasión con mi club.
Era muy delgado, ectomorfo perdido. Admiraba los músculos de los súper héroes de los comics y llegué a comprar un curso de musculación, que entonces anunciaban en los tebeos, para entrenar en casa, Sansón Institut se llamaba. Mi sueño era llegar a tener algún día músculos de verdad. Me gustaban los físicos musculados y armónicos como los de Steve Reeves y sobre todo Frank Zane, mi mayor referente.
Cuando comencé a trabajar y a ir al instituto me olvidé de todo. No es que llevara una vida muy disipada pero sí que es verdad que sólo pensaba en divertirme, en pasarlo bien y en el amor, jajaja. Más adelante dejé incluso los estudios.
Estuve fuera de mi ciudad trabajando, hice después el servicio militar y, excepto algún partido de tenis, escarceos con el futbol y el ejercicio que se hacía en el ejército, no volví a hacer deporte.
A finales del 82 entré a trabajar en la compañía en la que voy a llevar 35 años. Es una cadena de montaje de coches y el trabajo es muy duro. Al poco tiempo tomé la determinación de apuntarme a un gimnasio porque la cadena se me comía. Como llevaba mucho tiempo inactivo me apunté a clases de gimnasia de mantenimiento. Tuve la suerte que los integrantes de la clase éramos todos jóvenes y el profesor tenía los títulos de Campeón de Europa y del Mundo de Karate, por lo que las sesiones eran fuertes y exigentes. En la primera me mareé. Jajajaja.
Tenían una pequeña sala con barras, discos y mancuernas. Ahí comencé a tener mis primeros contactos con las pesas, lo que verdaderamente me gustaba, pero no tenían muchos conocimientos, solo lo básico para coger fuerza antes de sus competiciones de Karate.
De ahí en adelante fui cambiando de gimnasio en busca de alguien que me asesorara en éste mundillo del hierro. Nunca acertaba, hasta que conocí a Manolo Martínez y a Javier Jimenez en su gimnasio Muscle Gym Sport de Zaragoza. Ellos me introdujeron, de verdad, en este mundo. Me enseñaron a comer, a entrenar, a sufrir, y como consecuencia cambió mi físico de manera significativa. Me animé, con su consejo, a competir y no conseguí malos resultados (fui Campeón de Aragón por parejas mixtas y subcampeón de la categoría de Semipesados) pero no me atreví a hacerlo a nivel nacional aunque ellos me decían que tenía potencial. No me veía con la masividad necesaria para ello. Necesitaba más músculo y por mi morfología me costaba adquirirlo.
A cambio me saqué el Título de Profesor Nacional de Fisicoculturismo por la ahora llamada F.E.F.F. (antes no se llamaba así) y ejercí durante un par de años en un gimnasio compatibilizándolo con mi trabajo hasta que tantas horas de trabajo, además de mi entreno, me llevaron a que no me compensara ni física, ni mentalmente, ni socialmente. No tenía tiempo ni para mi pareja.
Después de dejarlo y pasar un tiempo desconectado, volví a ir al gimnasio pero sin ninguna intención de competir ni de ejercer, sólo de disfrutar. También nacieron mis hijas en ese periodo de tiempo y necesitaba, y me gustaba, dedicarles tiempo a ellas.
Fue cuando nos cambiamos de piso cuando comencé a comprar material para montarme un pequeño gimnasio en casa y ya no he parado hasta ahora. He llegado tener un poco de todo. Suficiente para mis entrenamientos. Algunos lo habréis visto por las redes sociales.
Durante este tiempo me he ido haciendo mayor y he tenido épocas de todo tipo. Desgana, lesiones, deterioro físico natural de la edad, épocas en las que no tenía tiempo para nada… ha sido un constante caer y volverme a levantar.
Hace cuatro o cinco años ya creí que todo este mundillo mío se acababa. Mi espalda y mis rodillas dijeron basta y me mantuvieron mucho tiempo de baja laboral, hasta el punto que para poder volver a trabajar me tuvieron que reubicar en un nuevo puesto de trabajo. Gracias a eso pude seguir con mi vida laboral pero prácticamente mi vida deportiva sólo se basaba en la rehabilitación. Me moría de asco.
Me puse en manos de fisioterapeutas con distinto resultado. Supongo que cada uno de ellos aportó su grano de arena pero, hasta que no me cogió Antonio Izuel, no comencé a notar verdaderas mejoras. De todas maneras, entre lo que aprendí de ellos, lo poco que yo sé y la información que iba recopilando de libros, redes sociales e internet, fui introduciendo poco a poco distintas variantes de ejercicios que me fueran bien y poco a poco he podido volver a los básicos, aunque siempre con cuidado y, sobre todo, calentando muy bien antes y estirando mucho después.
Mientras estuve de baja, como las horas se me hacían eternas, comencé a frecuentar las redes sociales, concretamente Twitter, y poco a poco empecé a contactar con gente maravillosa que me han ayudado mucho, aunque ellos no lo sepan.
Quiero dar las gracias a todos públicamente por su cariño, sus palabras de ánimo y por el respeto que me demuestran. No hace falta nombrar a ninguno porque ya saben ellos quienes son. Gracias a todos, especialmente a los que se consideran mis sobrin@s virtuales.
Sí quiero nombrar a los amigos de Ten un cuerpo 10 y a su #GuerraDeSexos por toda la difusión que hacen de éste deporte y por su apoyo.
En definitiva, lo que me gustaría transmitir con mi historia a la gente joven, y no tan joven, que me sigue o que pueda leer esto, es que éste deporte es para siempre. Que se puede practicar toda la vida y que no importan los obstáculos que se nos pongan por delante, siempre se puede seguir. Se puede tropezar y caer pero siempre hay que estar dispuesto a levantarse.
Muchas gracias
Tío Sam